Quise adentrarme en buenas lecturas
este año y comencé con este libro procrastinado hace largo tiempo: Jerusalén de
Gonçalo Tavares. Su lectura parece sencilla pero hay resquicios
profundos de necesaria apreciación para poder comprender su totalidad.
Una madrugada, cuatro vidas se cruzan
para enfrentar sus horrores personales, así comienza el libro. Un hombre se va
a suicidar, cuando suena el teléfono insistentemente y va a contestar; una mujer busca una
iglesia abierta porque tiene un dolor fuerte en el bajo vientre y debe entrar
pronto al santuario; otro hombre va por la calle con una pistola en el cinto,
todos lo creen un asesino por su mirada profunda de ojeras permanentes; un
médico en la búsqueda de la fórmula matemática del mal, un respetado
investigador en el campo, pero redimido esta madrugada a su bajo placer con una
prostituta; y una prostituta transitando a paso rápido la calle buscando con
angustia a uno de los personajes y con un cliente en espera. Cada personaje un
mundo que se irán desgranando como tajos de mandarina a lo largo de la lectura
para al final comprender el motivo de
los hechos de esa madrugada.
A este libro le otorgaron el premio
José Saramago 2005 y Portugal Telecom 2007 y bastante merecido lo tiene. Tavares
se posa sobre el humano y sus sombras, sus perturbaciones. Ese lado oculto por
nuestra propia voluntad, ese sitio irreconciliable. En Jerusalén los personajes
se declinan por el lado de la locura, la enfermedad, los rincones sin cámara de
nuestra mente. La lectura de este libro genera cierta angustia porque es en
cierto modo un intento por comprender lo más oculto de nuestras almas.
Es un libro existencial, con cierta digresión
filosófica en las investigaciones del médico, un estudio del mal, sus consecuencias
y su posible neutralización.
Quien me prestó el libro nunca
comprendió la razón del título de este libro, pero todo se centra en la mujer
que repite en varias oportunidades un salmo de la Biblia
“Si me olvido de ti, Jerusalén, que se seque la mano derecha” frase con significado de peso en el libro. Jerusalén nos hace ver en el espejo, siempre nos reflejamos con el papel de víctima pero también con el de victimario, aunque lo hagamos inconscientemente. Vicios de nuestro instinto natural.
Respecto a la edición es un libro espectacular. Tapa blanda con una portada brillante de unas piernas de mujer algo gordas hechas de ladrillo, pero además trae una sobrecamisa mate, hecha en bristol y en la contrasolapa tiene un marcalibro desprendible. En el frente se ve una especie de silueta que parece una iglesia con dos aberturas que dan a los ladrillos –que son las piernas de la mujer- y en la contraportada tiene una abertura donde se ve el código de barras de la tapa blanda. En la tripa la letra tiene buen tamaño, un diagramado pulcro y un papel de calidad, algo poco común en este país desolado. Un lujo este libro, es una lástima que sea prestado.
Recomiendo a Jerusalén y al autor. Por mi parte buscaré todo su trabajo y lo leeré gradualmente, si me llega, pues lo reseñaré en este espacio.
Namasté.
“Si me olvido de ti, Jerusalén, que se seque la mano derecha” frase con significado de peso en el libro. Jerusalén nos hace ver en el espejo, siempre nos reflejamos con el papel de víctima pero también con el de victimario, aunque lo hagamos inconscientemente. Vicios de nuestro instinto natural.
Respecto a la edición es un libro espectacular. Tapa blanda con una portada brillante de unas piernas de mujer algo gordas hechas de ladrillo, pero además trae una sobrecamisa mate, hecha en bristol y en la contrasolapa tiene un marcalibro desprendible. En el frente se ve una especie de silueta que parece una iglesia con dos aberturas que dan a los ladrillos –que son las piernas de la mujer- y en la contraportada tiene una abertura donde se ve el código de barras de la tapa blanda. En la tripa la letra tiene buen tamaño, un diagramado pulcro y un papel de calidad, algo poco común en este país desolado. Un lujo este libro, es una lástima que sea prestado.
Recomiendo a Jerusalén y al autor. Por mi parte buscaré todo su trabajo y lo leeré gradualmente, si me llega, pues lo reseñaré en este espacio.
Namasté.
Muy bien. Entonces lee "Los señores". Lo editó Madera Fina.
ResponderEliminarYa está en la cola de lectura amigo. Pronto lo leo.
Eliminar